Nadie hubiera pensado que de la fusión de dos intrascendentes bandas de Caballito, Buenos Aires, saldría la base de algo que por dos décadas nos llenaría de encanto, espiritualidad y satisfacción: "El Rock Nacional". Citiado por acciones fascistas y censura de todo tipo creció a la sombra de guerrilla y dictadura militar. En ese entorno, y tras una frustrada actuación escénica que dejó solo a Nito y a Charly ante el público (todos los demás integrantes de la banda desertaron antes de subir a escena), nació Sui Géneris. Ante la ausencia de todo instrumento musical subieron al tablado con solo una flauta y una guitarra y, ante el propio asombro, gustaron y mucho.
A partir de ese momento el grupo quedó convertido en un dúo.
Tres fueron, básicamente, sus Long Play: Vida, Confesiones de Invierno e Instituciones, muy distintos uno de otro, entre 1972
y 1974. Hubo algunos simples y el
cuarto disco "Ha Sido" sería básicamente instrumental, lo que
disgustó a Nito. A medida que
se sucedían las obras se notaba
más instrumentación en los temas y un estilo más elaborado lo que hablaba a las claras de las notorias diferencias de criterio entre Nito y Charly. Este último buscaba otro sonido, otro universo, mientras que Nito mantenía intacta en su espíritu la escencia se Sui Géneris. En el adios aglutinaron más de 26.000 fanáticos en el Luna Park en un espectáculo de sonido y color digno del primer mundo, pleno de contenido poético, musical y escenográfico.
Bien, hay mucho más para hablar aún pero lo hacemos en la próxima entrega.
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